lunes, 1 de marzo de 2010

Mundo: Año Internacional de la Biodiversidad ¿Y los pueblos, qué?

Por Movimiento por los Bosques Tropicales (WRM)

Las Naciones Unidas declararon 2010 como el Año Internacional de la Biodiversidad. Según el sitio web oficial, “Es una celebración de la vida en la tierra y del valor de la diversidad biológica para nuestras vidas. El mundo está invitado a tomar acción en 2010 para proteger la variedad de la vida en la tierra: la biodiversidad.” La biodiversidad es presentada como nuestra “riqueza natural”, de la cual dependemos para obtener “el alimento, el combustible, las medicinas y los demás elementos esenciales sin los cuales no podríamos vivir”.

Si bien todo esto es cierto, creemos que no refleja enteramente el significado de la biodiversidad. A este respecto, consideramos necesario recordar que los seres humanos somos parte de la biodiversidad del planeta, no sólo como usuarios – y agentes de destrucción – sino también como depositarios de una enorme diversidad de culturas, muchas de las cuales tienen profundos conocimientos sobre el uso sustentable de la biodiversidad. Algunas de esas culturas ya han sido borradas de la faz de la tierra, y otras, para usar la terminología de la biodiversidad, son ahora “raras, amenazadas y en peligro”. Sin embargo, no figuran en ninguna “lista roja”, como sucede con las especies animales en vías de extinción.

Pero la extinción está ocurriendo en este mismo momento. Con mucha tristeza recibimos la noticia de que el 4 de febrero falleció el último miembro de una tribu de las Islas Andamán, en la India. Boa Sr, que murió a la edad aproximada de 85 años, era la última persona que hablaba Bo, una de las diez lenguas del Gran Andamán. Se piensa que los Bo vivieron en las islas Andamán durante 65.000 años, siendo por tanto los descendientes de una de las culturas más antiguas de la Tierra.

Si se hubiera tratado del último representante de una especie de tigre, mono o gorila, probablemente su muerte habría recibido cobertura internacional. Pero era “sólo” el último miembro de una “tribu” de una isla del Océano Índico.

En los bosques de esa misma isla viven los Jarawa, que eligieron y lograron oponerse al contacto con los extranjeros hasta 1998. Según Survival International, ahora están en serio peligro. Los cazadores furtivos acampan durante días en sus bosques, y las autoridades locales han desafiado la orden de la suprema corte de la India de cerrar el camino que atraviesa la reserva de los Jarawa. En 1999 y 2006, los Jarawa contrajeron el sarampión, enfermedad que ha aniquilado a muchos grupos indígenas de diversas partes del mundo luego de su contacto con gente del exterior.

Varios pueblos indígenas de Sudamérica que aún rechazan el contacto con la sociedad que los rodea se están enfrentando a una situación similar. Viven en aislamiento voluntario en sus territorios ancestrales y nunca se les preguntó si querían ser ciudadanos de Brasil, Bolivia, Colombia, Ecuador, Paraguay o Perú. Sus territorios quedaron simplemente incluidos dentro de las fronteras de los nuevos estados creados en el siglo XIX, principalmente por descendientes de españoles y portugueses, luego de su independencia de España y Portugal.

Su suerte está estrechamente relacionada con uno de los problemas de la biodiversidad mejor publicitados: la destrucción del bosque tropical. Muchos de los grupos aislados que quedan viven en la selva amazónica y algunos otros en el Chaco boliviano y paraguayo. La biodiversidad del bosque satisface todas sus necesidades, pero esos bosques son constantemente destruidos y degradados por la sociedad exterior, lo cual está llevando a estos pueblos al borde de la extinción.

Muchos otros pueblos indígenas y comunidades tradicionales del mundo están luchando por proteger sus culturas, fuertemente arraigadas en la biodiversidad, contra las fuerzas del supuesto “desarrollo” que los gobiernos y las instituciones internacionales han desencadenado contra ellos. Las industrias madereras, petroleras y mineras, las represas, las plantaciones, los establecimientos ganaderos y los criaderos de camarones no son simplemente “algo que ocurre”: son promovidos por los mismos gobiernos e instituciones que deberían proteger la biodiversidad.

En lugar de recibir un bien merecido “premio ambiental” por proteger la diversidad biológica, esos pueblos están siendo desposeídos, reprimidos y expulsados de sus territorios, ya sea para que sus tierras puedan ser ocupadas por empresas que destruyen la biodiversidad o para establecer las llamadas “áreas protegidas” que destruyen sus medios de vida y su cultura, sin siquiera lograr su objetivo declarado de conservar la biodiversidad.

Si al declarar 2010 como Año Internacional de la Diversidad Biológica, las Naciones Unidas realmente apuntan a salvaguardar la “variedad de vida sobre la tierra”, deberían comenzar por salvaguardar los derechos de todos esos pueblos, asegurando así la conservación de la biodiversidad en toda su extensión. Ése sería un buen comienzo.

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