domingo, 13 de noviembre de 2011
Manifiesto - Grupo por la Defensa del Agua y la Vida
La minería ataca el agua y la vida
Quita el agua a la pequeña agricultura que nos provee de alimentos sanos y la envenena provocando la muerte de plantas, animales y seres humanos.
Los principales casos actuales son:
El proyecto Conga, en Cajamarca, que intenta arrebatar sus lagunas al pueblo cajamarquino, de las cuales las familias obtienen el agua para beber así como para sus actividades productivas en agricultura, ganadería y forestería. Debido a tal amenaza, se programó un paro y una marcha para el 9 de noviembre.
Desde el 5 de noviembre la población de Andahuaylas efectiviza un paro indefinido en contra de la actividad minera en cabeceras de cuenca, bloqueando la carretera hacia Abancay.
En Tacna y Moquegua la contaminación afecta incluso a la población urbana en forma directa.
Espinar, Cusco y Apurímac están afectados por la compañía Xstrata.
También en la provincia de Chumbivilcas los pobladores han tenido enfrentamientos con la Policía Nacional que actúa al servicio de las empresas.
La Minera Tía María insiste en entrar a Cocachacra.
El arrasamiento de la selva de Madre de Dios por las empresas lavadoras de oro es otra consecuencia dolorosa de la acción ecocida de la minería.
Otra enemiga del agua y de la vida es la agroindustria
ADEX, la asociación de los empresarios exportadores peruanos, señala como un ‘triunfo’ el hecho que la agroexportación haya arrebatado el 10% del territorio agrícola dedicado a alimentar a nuestro pueblo; y exige además que se siga aplicando la legislación antilaboral que el gobierno le ha obsequiado, para continuar arrebatando territorio a la pequeña agricultura.
La agroindustria es enemiga de la naturaleza por varias razones: el cultivo de espárragos y alcachofas para enviar a EEUU absorbe mucha agua, quitándosela a los cultivos de vegetales que nos alimentan. Usa el monocultivo, que es enemigo de la naturaleza. Usa agroquímicos: fertilizantes, insecticidas y herbicidas que matan el suelo cultivable, matan a las aves que se alimentan de insectos y plantas, matan a los trabajadores que manipulan los agroquímicos venenosos .Además, arrebata el agua de la pequeña agricultura que nos alimenta en forma sana. Es el caso de Espinar, a cuyos agricultores pretenden reducirles la provisión de agua para usar el líquido vital en la irrigación de las pampas de Majes en beneficio de la agroindustria.
Las centrales hidroeléctricas también roban el agua
Lo hacen para dotar de energía a las minas; contra ese atropello lucha la provincia de Canchis, en el Cusco.
El proyecto hidroeléctrico de Inambari amenaza con el desalojo a miles de campesinos de tres departamentos, para dar electricidad a multinacionales con sede en Brasil. Afortunadamente, dicho proyecto ha sido anulado gracias al combate de los indígenas de Carabaya, en Puno.
El ataque es también a las poblaciones urbanas
Los primeros afectados por la minería son los pueblos campesinos, quienes entregan su vida en defensa de la naturaleza, como lo hemos visto en Bagua, en Islay y en el aeropuerto de Juliaca. Pero hemos visto también que ciudades como Tacna y Moquegua son afectadas en forma directa por el envenenamiento de las aguas de consumo humano. Lima está comenzando a ser afectada, aunque esto no se publicita.
Toda la población urbana es fuertemente afectada por el robo del agua a la pequeña agricultura, pues esta es fuente de alimentación sana.
Cuando ya no exista pequeña agricultura, las ciudades tendrán que alimentarse de los productos de la llamada “industria alimentaria”, que ahora ya nos da a ingerir transgénicos cuando comemos pollo y otras carnes de animales alimentados con maíz transgénico; o cuando usamos aceites que son hechos de ese maíz.
No vamos a tener otra opción que ingerir transgénicos y químicos, que dan mucho dinero a las empresas productoras a las cuales no les importa que maten a los consumidores. En la población urbana peruana hay muy poca conciencia de esto, por eso se muestra indiferente respecto de las luchas de los campesinos por el agua y la vida.
En cambio en Chile sí hay gran conciencia. Por eso, en forma paralela a la actual lucha estudiantil se dieron manifestaciones multitudinarias en defensa del medio ambiente. Hubo miles de personas en Santiago, Valparaíso, Concepción y otras ciudades diciendo ¡NO! a la construcción de centrales hidroeléctricas en la Patagonia, cerca al polo sur. Triunfaron, no se construirán esas hidroeléctricas.
Es nuestra obligación y nuestro interés comenzar a construir la solidaridad urbana en Lima con las luchas rurales en defensa del medio ambiente y los recurso naturales que se desarrollan en nuestro país.
Grupo por la defensa del agua y la vida.
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